Nuestra compañera Beatriz Beltrán, Psicóloga General Sanitaria hoy nos quiere hacer reflexionar sobre una vivencia emocional que encontramos cada vez más en consulta, y que al no tener una forma, una valencia definitoria ni si quiera una expresión concreta que permita descargarla…no parece una emoción. Se trata de una sensación abstracta, ilimitada y muy difusa: hablamos de sentir la emoción de vacío.
Esta experiencia emocional se hace patente en diferentes esferas vivenciales del individuo:
En la esfera existencial, con uno mismo y su propia identidad: encontramos un estado de desregulación del sentido del yo. Es común que la persona exprese que no tiene el más mínimo sentido de individualidad, que se siente vacío y que no sabe quién es. Ello se acompaña de la búsqueda incesante de cubrir la necesidad de sentirse completo ante la constante percepción de que le falta algo o alguien que le complete y de sentido.
En la esfera emocional, se manifiesta como la ausencia de la vivencia de una emoción conocida y con la que me siento familiarizado y puedo identificar. El sentimiento de vacío produce una fuerte disminución del estado de ánimo e intensas y rápidas “tempestades emocionales” que incluyen rabia, frustración, búsqueda de sensaciones con conductas de riesgo etc. Es común además, que aparezca acompañado de sensaciones de aburrimiento y anestesia emocional.
El vacío está presente también a nivel cognitivo, puesto que ya que no me aporta razones para poder sentirme mal, no puedo responsabilizar a mi emoción de mis acciones o mi estado. Además, se asocia a un profundo estado de desmotivación: la persona se siente totalmente privada de intereses, la vida y el mismo le parece que carece de sentido, de objetivo…se pregunta por qué ha venido al mundo.
En la esfera relacional el individuo siente vacío en el contacto interpersonal y se percibe como vulnerable a ser dañado por algo que llene o no ese vacío. No cree merecer ni ser digno de sentirse pleno en una relación afectiva íntima. Se observa un circuito de mantenimiento de esta emoción por el cual la persona se siente vulnerable e indigna en sus relaciones interpersonales → aparece la emoción de vacío → seguida de una gestión desregulada de esta que conduce de nuevo → al sentimiento de vulnerabilidad/desmerecimiento. Con el tiempo y la ausencia de una regulación adecuada de la vivencia emocional llega a convertirse en un sentimiento crónico de vacío, en el que independientemente de todo lo que hace la persona se siente sola.
A pesar de las definiciones que numerosos autores pueden aportarnos sobre esta emoción, siempre resulta muy difícil para el profesional explicar en qué consiste o definirla. Es por ello, que nos gustaría finalizar esta entrada reflejando algunas expresiones del relato tan valioso de personas que lo viven y que tenemos la suerte de acompañar desde la premisa fundamental de la validación y la aceptación incondicional:
“Cuando siento vacío estoy triste porque no puedo estar triste”
“Me animo a llorar y quiero llorar para expresar pero no me sale, no puedo”
“Nada importa ya, antes todo se sentía mejor, me apetecía, ahora no hay nada, me siento mal pero no siento nada”
“No puedo pensar que no hago las cosas porque siento algo porque no es nada, es vacío, simplemente un increíble vacío en el que no hay nada”
“Es silencioso, es algo que no puede ser peor porque ni si quiera sabes cómo es”
“Ojalá doliera”
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