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MITOS SOBRE EL SUICIDIO

Desde el equipo de psicólogas de Policlínica MAIO, en el post de hoy nuestra compañera Laura Martínez nos habla sobre el suicidio, un tema que actualmente continúa siendo un “tabú”, una realidad incómoda y avergonzante para la persona que lo sufre, debido, en parte, a las creencias erróneas y los estigmas asociados al mismo, que hacen que muchas veces no se busque ayuda.

Consideramos que es importante hablar sobre ello porque es una realidad social, ya que hoy día el suicidio es la principal causa de muerte no natural en España.  

Por ello queremos desmentir algunos de esos mitos para reducir el estigma, ayudar a comprenderlo y animar a la persona que está en riesgo a buscar ayuda.

Hablar adecuadamente y abiertamente del suicidio ayuda a prevenirlo”

Algunos de estos mitos son:

  • El suicidio no se puede prevenir, si la persona quiere suicidarse, no hay nada que se pueda hacer.

La mayoría de las personas que se plantean suicidarse en realidad no quieren morir, sólo no quieren vivir la vida que tienen ahora mismo. Se encuentran en una ambivalencia acerca de la vida y la muerte.  Su objetivo es dejar de sufrir y se plantea la muerte como una salida.

Por tanto, el acceso al apoyo psicológico y emocional en el momento oportuno, podría prevenir el suicidio.

  • Los intentos de suicidio son una llamada de atención.

La realidad es que un intento de suicidio es una manifestación del sufrimiento y desesperación que está sintiendo la persona en ese momento. Por ello, siempre hay que tomar en serio cualquier declaración, amenaza o sospecha de conducta suicida. De hecho, verbalizar el suicidio podría ser una forma de pedir ayuda.

“Me gustaría desaparecer”, “Todo sería más fácil si yo no estuviese”, “Se acabaría mi  sufrimiento”, “Mi familia descansaría”.

Quizá existen casos donde estas peticiones sean demasiado frecuentes, desproporcionadas al estímulo o con cierta intención manipuladora o instrumental, pero sea como sea, tenemos que prestarle atención.

Este intenso sufrimiento y desesperanza provoca una alteración de la visión de sí mismo, de su entorno y de su futuro, que en psicología llamamos “visión de túnel”. Por ello, no son capaces de ver otra salida, y es necesario ayudarles a comprender que, aunque ahora mismo no se le ocurra otra solución, no significa que no la haya, sino que simplemente ahora no es capaz de verla, y que los pensamientos suicidas, normalmente están asociados a problemas transitorios que sí tiene solución. Hay que trabajar en encontrar y valorar otras opciones más adecuadas.

                “El suicidio es una solución eterna, a lo que en ocasiones, es un problema temporal«.

  • Hablar de suicidio con una persona que esté en riesgo puede incitar a que lo realice.

Está demostrado que hablar abiertamente sobre el suicidio con una persona en riesgo, en lugar de incitar, reduce el peligro de cometerlo y podría considerarse como una oportunidad para ayudar a reconsiderar su decisión y descubrir otras opciones o métodos de afrontamiento más adecuados.

Debemos escuchar a la persona, hablar sobre los motivos que le han llevado a tomar esa decisión, mostrar empatía y comprensión con la situación, no juzgar, conservar la calma, preguntar qué podríamos hacer para ayudarla y animarla a buscar ayuda profesional.

  • La persona que realmente quiere acabar con su vida, no avisa.

La casi totalidad de las personas que tienen una tentativa suicida han hablado de ello o lo han dejado entrever por cambios en su comportamiento (realización/arreglo del testamento y seguro de vida, reparto de pertenencias personales, despedidas muy cariñosas, conductas de aislamiento personal, adquisición de útiles o información sobre cómo hacerlo).

Este mito hace que se minimicen las señales de alerta y que se asocie el riesgo de suicidio con “chantajes o llamadas de atención”.

  • El que se suicida es un cobarde/valiente.

El suicidio no tiene nada que ver con la cobardía o la valentía, sino con el sufrimiento y la desesperanzada que vive la persona. Sería un error equipararlo con la valentía, pues lo justifica al convertirlo en sinónimo de una cualidad positiva y susceptible de querer ser imitada. Por el contrario, cuando lo atribuye a la cobardía, pretende evitarlo al compararlo con una cualidad negativa de la personalidad. Los que intentan suicidarse no son cobardes sólo son personas que sufren.

Laura Martínez,

Psicóloga Laura Martínez Rodes

Psicóloga General Sanitaria- Policlínica Maio

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